miércoles, diciembre 07, 2005

Sobre las noches largas y los minutos espesos

Relativo al vértice único que le da sentido. Fluye. Pasa y se queda rondando como las ansias en las tripas cuando algo queda atrapado en el colador de los sentidos. Como si cada sentimiento se transformara en alguna sustancia que fluye por las venas y que influye en la elasticidad del tiempo. Las manecillas obedecen al clima y al vapor que surge de algún enojo oculto tras la cortina del bienestar aparente.
El espacio cambia de color, pero no de aroma.
Los latidos apresuran el paso de las teclas que se quedan atrapadas por la poca fluidez de los dedos que, fríos, se vuelven cómplices.
Pero la trayectoria del invierno parece pasar inadvertida por los ojos que se quedan detenidos buscando el siguiente capítulo. El siguiente capítulo. El siguiente capítulo... la primavera.