jueves, diciembre 03, 2009

El eterno retorno

Lo conocí con Aura, de Carlos Fuentes, y en ese momento me pareció un concepto surrealista de esos que captan lo más profundo de tu atención por un motivo irracional. Pocos años después viví en el número 13 de una calle llamada Sant Elm y comprendí que los ciclos giran sobre sí mismos en forma de espiral. No sé tocan en un punto, pero se solapan en una bidimensión en la que se nos antoja conocer el rumbo que seguirá la trayectoria de lo que conocemos como tiempo.
La espiral ha dado un nuevo giro y me ha llevado, sin pensarlo, a reencontrar viejas obsesiones como la percepción de la realidad, el tiempo y el espacio. La neurobiología, las matemáticas, la física, la filosofía y el impulso de seguir una nueva zanahoria.