jueves, agosto 25, 2005

Taraf Goulamas

Lanzo una petición al aire, al todo: No perder la capacidad de asombro. Seguir sorprendiéndome como cuando era niña. Poder sentarme en el suelo y permitir que los sonidos tomen el mando de mi cuerpo y de mi mente. Olvidarme de todo... poner la mente en blanco. O en negro. Permitir a mis sentidos imponerse a los pensamientos. Vibrar. Descubrir sensaciones y compartirlas sin hablar. Aprender a interpretar una mirada, un silencio. Descubrir el sabor de lo desconocido. Y disfrutarlo. Y apropiarlo antes de dejarlo escapar.



Por casualidad caí en el edificio de Caixa Fòrum anoche. Digo casualidad porque, como tantas veces, asentí sin indagar demasiado. La música se escuchaba desde fuera y se antojaba. El decenso en las escaleras mecánicas era como si un telón de concreto se fuera abriendo y dejara paso a los músicos que ya habían comenzado.

No había encontrado a mis amigos aún. Pero eso era lo de menos. Comencé a descubrir poco a poco lo que estaba pasando. Mis ojos se encontraron con grupo de músicos que perfectamente podría ser de algún país de Europa del Este. Al indagar, supe que se trataba de un grupo procedente de Montepellier, que interpreta música gitana del sur de Rumanía al tiempo que cocina caracoles.

Los escuché por un rato y me encontré con mis amigos. Justo en ese momento, los músicos salieron del escenario en donde estaban, justo en el patio del edificio. Sin dejar en ningún momento de tocar, se introdujeron al recinto seguidos de toda la concurrencia. Poco a poco subieron por las escaleras mecánicas hasta llegar a la primera planta, en donde los esperaba un pequeño escenario recubierto por una alfombra. Siguieron tocando y mientras lo hacían, armaban una especie de carrito en donde después cocinarían los caracoles.

Previo homenaje y ritual de despedida, los músicos tomaron los caracoles y los colocaron dentro de la olla que tenían ya a punto. Y así, durante cada canción, con una mano en el instrumento musical y la otra en el culinario, añadían las cebollas, tomates y especias, a dueto entre los cuchillos y las trompetas.

"Una canción más y la receta está lista" anunció uno de ellos. Una vez finalizado en concierto gastronómico, los asistentes pudieron disfrutar de esta típica receta occitana.

1 Comments:

At 1:21 p.m., Blogger Enigma said...

Algunos miden el tiempo con relojes, otros con canciones...

Saludos

Pd Que tal quedaron los caracoles?

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

 

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