sábado, enero 29, 2005

Zanahoria...

Hoy estoy convencida de que hay cosas inmutables que trascienden el tiempo y el espacio, que están por encima de las circunstancias. Que están más allá de la razón y de las emociones y que pueden provocar a alguien el llanto de felicidad.
Nunca me imaginé que de verdad pudiera llorarse de alegría. Para mí las lágrimas habían sido un signo de tristeza, quizá de coraje, algo que se trata de disimular y que se reserva para la privacidad. Que se asocia a luto, a peleas, a chantajes infantiles... a sobriedad.
Pero ayer descubrí que a veces los lagrimales también reaccionan ante una felicidad extrema... y el llanto es placentero. Es como si el cuerpo necesitara demostrarlo, cuando la más amplia de las sonrisas se queda corta. Cuando las palabras son limitadas y el reloj recuerda que no podemos detenernos en un instante para siempre. Aquel instante en donde los engranes coinciden, donde los minutos se solapan, los kilómetros pierden sentido y el agua se evapora. Como las lágrimas.
Cómplices del mismo inexistente delito... y de una promesa escrita en el aire, en donde las palabras vuelan y se pierden para siempre, pero a su vez, en donde están lejos del alcance de nadie y fuera de peligro. Donde lo que no existe es lo realmente importante y es la esperanza que permite la continuidad de la existencia. La burla de las probabilidades y a la vez... la probabilidad de la burla del destino. Pero mientras tanto, seguiré como los galgos, persiguiendo a una zanahoria a la que sólo se puede alcanzar deteniéndose a esperar a que dé la vuelta.

2 Comments:

At 2:36 a.m., Blogger hugo said...

ochale, pero si no cuentas que te hizo lloriquetear no nos enteramos del chisme y no podemos comentar, ni burlarnos despiadadamente. tramposita!!!

no tengo el mail del chef de pozoles!!!

 
At 2:42 a.m., Blogger Monica said...

Pues yo puedo contarte que he llorado pocas veces de alegría. O bueno, de risa. Fue hace algun tiempo, cuando Jorge Pedro trabajaba conmigo. Fueron al Centro de Ciencias Agropecuarias a un evento, y cuando regresaron (nosotros salíamos a una rueda de prensa y yo ya había retocado el maquillaje), entró un compañero (Richie) y me dijo 'me debes una lana'; acto seguido, Jorge Pedro entró con la boca más hinchada que yo había visto en mi vida... pensé que habían chocado o algo así, pero resulta que todo fue resultado del piquete de una avispa. Cuando comenzaron a contarme que primero lo había recetado un veterinario, luego de lo cual Richie procedió a llevarlo al centro de salud (paréntesis: cuando Jorge entró a la camioneta, Richie le preguntó si tenía seguro, y nuestro querido amigo le dijo 'ah, no!', y le puso el seguro a la puerta). En el Centro de Salud le administraron un medicamento y habían tenido que liquidar los 10 pesos de la medicina, que Richie debió pagar, pues Jorge no traía dinero. Juro, JURO que no pude contener el llanto por tanta risa. Y sí, tuve que maquillarme nuevamente, porque el rimel, el delineador, el labial, todo, absolutamente todo, se fue del lugar donde lo había puesto. Evidentemente, con gusto pagué los 10 pesos que más risa me han causado en la vida. GRACIAS JORGE POR ESOS MOMENTOS INOLVIDABLES!!!!!!!

 

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